jueves, 5 de enero de 2012

San Isidro

Un cielo despejado y una agradable temperatura nos recibieron al día siguiente.

Con este paisaje, da gusto lavar la ropa a mano! 



A dos horas de caminata de Iruya, se encuentra San Isidro, un pueblito de 280 habitantes al que sólo se llega a pie o a caballo. Por suerte en el camino nos encontramos con Nicasia, oriunda de allí. El viaje se nos hizo corto; las palabras de Nicasia, su historia de vida acompañaron nuestros pasos. Después de despedirnos, me invadió una fuerte emoción y no pude contener el llanto. Era un llanto de alegría. 



La canchita de fútbol, siempre presente! 

Y más alegría me agarró cuando probamos las empanadas de Teresa! Ahí nos reencontramos con Lucas y conocimos a Nahuel, Víctor, Mariano,  Lily, Santi y Romina. Compartimos la mesa y luego continuamos el viaje juntos.






 Tras un frustado y peligroso intento de regresar por arriba, decidimos tomar el camino seguro. ¿Y saben por qué? (ésta va para Víctor!) La lluvia nos asechaba...! 




Ahora en Humahuaca, escuchando la música de una procesión del pueblo, prontas a partir rumbo a la Quiaca. En breve cruzamos el charco...

Iruya, la joya perdida del Norte

Previa parada en Humahuaca, partimos para Iruya, Varias personas me habían recomendado visitar este pueblo pero sinceramente nunca imaginé la hermosura singular que nos esperaba. Después de tres horas de viaje, en un camino de cornisa (ufff....más de una vez suspiramos!), nos encontramos con Iruya. El camino mutaba nuevamente de cerros verdes a cerros de distintos colores. Por momentos parecía que no había nada más que colinas y el cielo celeste. Y de pronto aparecieron los cerros de colores pasteles, que simulaban tapizados de terciopelo. Inexplicable...





Con Marisel y Alex, jugando al lado del pesebre








Tilcara- Purmamarca

El primero a la tarde partimos para Tilcara. El camino iba mutando entre una frondosa vegetación y cerros áridos. Llegamos al pueblo a la nochecita y en la terminal, mientras Sole buscaba alojamiento, conocí a Agustina y a Pilar, dos señoras que vivían ahí. Mientras conversaba con ellas, pasaban los restos de lo que la noche de año nuevo había dejado.
Al día siguiente, fuimos a Purmamarca, un pueblito muy lindo, con la típica feria de artesanías en la plaza y el Cerro de los 7 colores de fondo. Sin palabras! Después de una larga caminata, nos sentamos a tomar una fresca y merecida cerveza Salta.
Al regresar a Tilcara, luego de un baño reparador, partimos con el mate a pasear por la plaza y ahí encontramos Lapeña de Carlitos. Allí comimos un estofado de llama que estaba riquísimo, acompañadas de buena música en vivo de un grupo local.
El martes a la mañana fuimos a la Garganta del Diablo, qué vértigo!! Y finalmente llegamos a una pequeña cascada. La tercera era la vencida...!