lunes, 9 de enero de 2012

Visita a las minas, una experiencia única e irrepetible

Hoy por la mañana fuimos a visitar las minas. Junto a otros viajeros tomamos una combi que nos llevó hasta el mercado del minero y luego a un lugar a ponernos el traje y los equipos. El guía (que no paraba de hacer chistes sexistas) nos explicó la historia del Cerro Rico de Potosí y la explotación del mismo. Actualmente hay 49 cooperativas y más de 400 minas, en actividad y sin actividad.
El paseo por la mina no es para cualquiera. Sólo alertan a los posibles claustrofóbicos pero en realidad tampoco es apto para personas con problemas respiratorios, cardíacos o con pánico.
Por momentos había que ir totalmente agachado y sentíamos que faltaba el aire por el espacio y por el polvo.




Al llegar al "Tio", (totem al que le llevan ofrendas los mineros), nos sentamos un largo rato y el guía nos contó la historia del mismo y también la leyenda de un minero de Potosí.




Boca presente hasta en la mina!!!

Con Amarai, exhaustas! Ni que hubierámos trabajado en la mina...


Cerro rico, cerro pobre....

Más adelante nos cruzamos con algunos mineros que estaban trabajando. La verdad es que es un trabajo arduo  y la calidad de vida pésima. El promedio de vida de un minero es de 45 años....muy duro.
Mañana, luego de visitar la Casa de la Moneda, partiremos para Sucre...

Casco histórico de Potosí

El día domingo por la tarde aprovechamos para pasear por el caso histórico. Potosí tiene contrastes muy marcados, como en la mayoría de las ciudades reltivamente grandes. Al entrar a la ciudad uno ve muchas casas de adobe y materiales precarios. Al legar al centro, se encuentran casitas pintadas de todos colores, la gran mayoría de la época colonial.



El mercado central




También hay varias iglesias (lástima que muchas están cerradas...!) y estudios de abogados y dentistas. Las calles y veredas son muy estrechas y se estila tocar la bocina antes de llegar a la esquina.

La viveza es criolla, aquí y allá

El día domingo comenzamos por buscar otro hostel. Si bien estaba aceptable, el trato era de indiferencia. A cada pregunta, cri cri cri...Luego de caminar varias cuadras, encontramos otro. Aquí la indiferencia pasó a ser maltrato. Sole y yo estamos sorprendidas de lo mal que nos han recibido en los hostels aquí. No así en los restaurantes y pubs. Allí el trato ha sido excelente.
Antes que me salga la tana que llevo adentro y luego de pasar un poco de frío en la noche, decidimos cambiar nuevamente de hostel. Por fin hemos encontrado uno muy cómodo y con buen trato, lo más importante.
También nos ha llamado la atención que cada vez que uno pregunta ¿cuánto cuesta? Te miran, piensan y luego contestan. Obviamente siempre nos inflan los precios. Al no estar acostumbradas a regatear, salimos perdiendo. Pero, como solemos decir, de todo se aprende.