Esperando ansiosa la llegada del colectivo a la terminal de Rosario, me encontré con varias personas que iban a emprender este camino. En la cara de todas ellas se notaba cierta expectativa y alegría. Al subir al cole me reencontré con mi compañera de viaje, mi hermana uruguaya Sole, que se durmió todo el viaje, con mates de paréntesis. Yo no corrí la misma suerte. Si bien me tomé una pastillita no surtió efecto y los ronquidos del hombre de atrás (siempre viajo con hombres que roncan!!) no me permitieron conciliar el sueño hasta la mañana. Luego de un generoso almuerzo, llegamos a San Miguel de Tucumán y decidimos cambiar los planes: nos sacamos un pasaje y nos fuimos directo a Tafí del Valle, un pueblito encantador. Allí conocimos a Ahinoa y a Jesús, una pareja de españoles con quienes fuimos a conocer las cascadas (nunca llegamos...!) y el Cerro Pelao. Por la tarde partimos hacia Cafayate, previa parada en Amaicha del Valle, un pueblo de 5000 habitantes, con 360 días de sol. En la placita nos tomamos uno mates mientras los locales tomaban cerveza y tocaban la guitarra. Finalmente arribamos a Cafayate por la noche y nos fuimos directo a descansar. Nos esperaba un día agitado!
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